Es el último escritorio público que sobrevive en Torreón

Una trayectoria de cincuenta años, miles de cartas, envíos, y muchas historias de amor, el único escritorio publico sobreviviente, sigue en pie, no lo piensa cerrar, pues fue esta la gran herencia que le dejó su madre, a Doña Hermelinda Ávila Pérez, negocio que cumple 50 años en el Mercado Juárez, prácticamente, su segundo hogar.

En medio del Mercado Juárez, sobrevive el último escritorio público de Torreón. Aquí, diariamente, se atiende a personas que no saben leer ni escribir. Aunque parezca cosa del pasado, este espacio continúa siendo indispensable para muchos laguneros.

El lugar fue uno de los proferidos en Torreón durante varias décadas; fue demolido para la construcción de una plaza comercial pero es un referente en la historia de Torreón.

Hace algunos años, los Escritorios públicos fueron esenciales para muchas personas de Torreón, eran establecimientos, donde se redactaban cartas, llenaban trámites y ofrecían apoyo a quienes no sabían leer ni escribir, había mucho trabajo, y desde aquellos tiempos era bien remunerado.

Al día de hoy solo sobrevive uno, el cual ha resistido el paso del tiempo por más de 50 años, gracias a Hermelinda Ávila Pérez, quien continúa con el legado de su madre la señora Guadalupe Pérez. Y gracias a ella dice que cumple de cierta manera lo que ella quería que hiciera

Hermelinda Ávila Pérez, propietaria del último escritorio público de Torreón, trabaja desde las ocho de la mañana hasta las tres de la tarde al interior del Mercado Juárez, donde aún se elaboran cartas de amor, se llenan solicitudes de empleo, presupuestos, contratos, y todo el cliente pida. Hoy ya no solo se trabaja en la tradicional máquina de escribir, sino también en la computadora.

Aunque comenzó redactando en una máquina de escribir, doña Hermelinda ha sabido adaptarse a la tecnología, incorporando herramientas tecnológicas, ya que tiene clientes muy variados, pero quienes más acuden son abogados.

A pesar de que la demanda ha disminuido, doña Hermelinda no piensa cerrar su escritorio. Aunque muchos ya no saben que existe este negocio, ella sigue aquí, siempre lista para apoyar a sus clientes y con toda la confianza echarles la mano.

Pues nos hemos convertido desde los tiempos de mi madre en confidentes de muchas historias, algunas de ellas de amor, otras de desencanto, unas más de despedida, que son sin duda las más complicadas de hacer, pero aquí durante 50 años, hemos escrito grandes historias.

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