El investigador advirtió que los recientes sismos podrían causar grietas en terrenos rurales, debido a la deshidratación y acumulación de arcilla en los valles
Luego de una serie de movimientos telúricos registrados recientemente en el municipio de Múzquiz, el docente investigador del Centro de Investigación de Geociencias Aplicadas de la UAdeC, Genaro de la Rosa, señaló que las autoridades podrían considerar la instalación de un observatorio para monitorear más ampliamente los fenómenos, que cada vez se han hecho más constantes en la región.
Durante los primeros días del mes de junio cuando el Sistema Sismológico Nacional registró por lo menos 10 sismos, con intensidades que alcanzaron los 4.9 grados en la escala de Richter, en el municipio de Múzquiz en menos de 48 horas. De forma aleatoria, también se registraron otros cuatro sismos en el municipio de San Buenaventura.
De acuerdo con el docente investigador, quien es maestro en Ciencias, estos movimientos ocurrieron en un área geológica conocida como el “Cinturón Plegado de Coahuila”, delimitada por dos fallas geológicas regionales: La Babia y San Marcos, cuyas características están definidas por un evento tectónico llamado “Orogenia Laramide”, ocurrido hace entre 40 y 80 millones de años.
El investigador explicó que, aunque esta zona es generalmente conocida como “asísmica” por su contexto geológico, la dinámica de la Tierra ha evolucionado, y posiblemente se han generado nuevos fenómenos que causaron la liberación de energía y derivaron en los sismos recientes.
“Posiblemente existen fenómenos de intraplaca, entre los que se destacan movimientos y desplazamientos en el subsuelo de bloques de la corteza terrestre y de las fallas geológicas mencionadas, originando una liberación de energía por medio de sismos y provocando afectaciones en superficie”, explicó De la Rosa.
Sobre las implicaciones, el investigador advirtió que en las zonas donde se reportaron los movimientos recientes podrían presentarse aberturas superficiales.
“Las implicaciones de estos eventos sísmicos registrados en el área semidesértica de Coahuila y en zonas rurales podrían ocasionar aberturas superficiales en el terreno, debido a la inestabilidad y deshidratación del suelo por los depósitos de arcilla acumulados en los valles”, indicó.
Aunque los sismos fueron considerados de intensidad moderada, el investigador destacó que, debido a la extensión territorial de Coahuila y a la recurrencia de estos fenómenos, se debería considerar la instalación de un nuevo observatorio, así como la realización de otros estudios geológicos que profundicen en las causas de esta actividad, también registrada en años anteriores.
“Esto con la finalidad de ampliar la red de monitoreo y precisar aún más los movimientos del suelo, e incluso instalar acelerómetros para comprender el comportamiento y la aceleración del terreno ante las ondas sísmicas en las zonas donde se identifiquen evidencias de afectación”, añadió.
“Además, para monitorear y evaluar los riesgos asociados e implementar estrategias de prevención en las áreas con mayor vulnerabilidad, y considerarlas en la actualización del Atlas de Riesgo Estatal”, concluyó.
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